La revista de Glifing
02
LECTURA NEUROCIENCIA EDUCACIÓN | 2025

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02 LECTURA NEUROCIENCIA EDUCACIÓN | 2025 - 2026

Dra. Anna López | neuropsicóloga

Dra. Anna López Sala es doctora en psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Especialista en neuropsicología infantil. Desempeña su labor asistencial como adjunta al Servicio de Neurología del Hospital San Juan de Dios de Barcelona, en la Unidad de Epilepsia, y como coordinadora de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar (UTAE). Su actividad profesional se centra en el estudio diagnóstico y el diseño de programas de intervención.

Cerebro y aprendizaje

El cerebro humano es un órgano altamente adaptable, capaz de modificar su estructura y su funcionamiento en respuesta a las experiencias. Este fenómeno, conocido como neuroplasticidad, es la base de todo proceso de aprendizaje. Desde el momento en que nacemos, nuestro cerebro está en constante cambio y se ajusta según las experiencias, estímulos y aprendizajes que recibe. Sin embargo, no todos los aprendizajes ocurren de forma automática; algunos requieren un entrenamiento constante para llegar a ser procesados de forma automática, lo que nos permite ejecutar ciertas tareas con mayor eficiencia y sin tener que pensar conscientemente en cada paso; y otros, a pesar del entrenamiento constante, cuesta mucho que lleguen a automatizarse.

La necesidad del entrenamiento en el aprendizaje

El aprendizaje, en su forma más básica, implica la modificación de las conexiones neuronales. Al adquirir nuevas habilidades, nuestro cerebro forma nuevas rutas de comunicación entre las neuronas. Para que un aprendizaje se consolide y se vuelva automático, es necesario un entrenamiento repetitivo que permita a estas conexiones fortalecerse y hacerse más eficientes. Este proceso se llama automatización, y es fundamental para llevar a cabo tareas de forma rápida y eficiente, sin la necesidad de un esfuerzo cognitivo consciente.

Cuando una persona repite una actividad, las conexiones neuronales involucradas se vuelven más rápidas y precisas, gracias a un proceso llamado mielinización. La mielina es una substancia que recubre las fibras nerviosas y aumenta la velocidad de transmisión de los impulsos eléctricos entre las neuronas. A medida que entrenamos una habilidad, las conexiones entre las neuronas que se activan para realizar esta tarea se refuerzan y la mielina se acumula, lo que hace que la comunicación neuronal sea más eficiente y rápida.

Cuando una persona no ha desarrollado una buena autonomía emocional, puede encontrar en las pantallas una manera de compensarlo: me gustas (likes), comentarios e interacciones se convierten en sustitutos de la validación emocional; los videojuegos proporcionan una recompensa inmediata a la frustración y las redes sociales pueden convertirse en una vía para evitar afrontar emociones negativas. En cambio, aquellos que tienen una buena autonomía emocional son capaces de gozar de la tecnología sin que esta les controle la vida.

A medida que entrenamos una
habilidad, las conexiones entre las neuronas que se activan para realizar esta tarea se refuerzan y la mielina se acumula.

La autonomía emocional es un equilibrio entre la dependencia emocional y la desvinculación emocional. Se trata de establecer vínculos emocionales autónomos con otras personas, desde la libertad y la responsabilidad; no desde la dependencia. Y no solo con las personas, sino también con los objetos (móviles, redes sociales, videojuegos, pantallas, etc.).

Períodos sensibles y facilidad innata para el aprendizaje

Uno de los conceptos más relevantes en neurociencia es el de los períodos sensibles. Estos son momentos clave en el desarrollo de los individuos, durante los cuales el cerebro está especialmente preparado para adquirir ciertos tipos de aprendizajes. Durante estos períodos, el cerebro muestra una alta plasticidad, lo que facilita que se adquieran habilidades.

Por ejemplo, la adquisición del lenguaje es más fácil y rápida durante los primeros años de vida, puesto que el cerebro en esta etapa es particularmente sensible a los estímulos lingüísticos. Sin embargo, esa facilidad disminuye con el tiempo. Del mismo modo, existen otras habilidades, como la musicalidad, que pueden aprenderse más fácilmente en la infancia, ya que el cerebro en esta etapa tiene una mayor capacidad de integración de información sensorial y motora.

A pesar de estos períodos sensibles, es importante destacar que las personas no nacen con un “vacío” que necesita ser llenado de forma uniforme. Cada individuo tiene ciertas facilidades innatas para el aprendizaje, relacionadas con factores genéticos y ambientales. Por ejemplo, algunas personas tienen una mayor predisposición genética para aprender a tocar un instrumento musical, mientras que otras pueden tener mayor facilidad para desarrollar habilidades matemáticas o deportivas. Estas predisposiciones son las que permiten que el cerebro automatice más rápido ciertos aprendizajes, pero también nos recuerdan que el contexto y la práctica desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de cualquier habilidad.

Ejemplos de aprendizaje y automatización

Aprendizaje lector: el proceso de aprendizaje de la lectura es un claro ejemplo de cómo las habilidades cognitivas se automatizan a través de la repetición y el entrenamiento. Cuando un niño empieza a aprender a leer, debe concentrarse en cada palabra, reconocer las letras una por una y juntar los sonidos; este proceso requiere una atención consciente y la región más involucrada es el giro angular. Con el tiempo, la práctica repetitiva hace que las rutas neuronales asociadas con la decodificación de palabras se vuelvan más eficientes y se pueda pasar de una lectura de letra por letra a una lectura global (giro fusiforme). Esta lectura nos permitirá ganar velocidad lectora y adquirir la ortografía a partir de la imagen global de la palabra.

Aprendizaje matemático: en el caso del aprendizaje matemático, las habilidades también requieren una práctica constante para automatizarse. Al principio, los estudiantes deben pensar cuidadosamente en los pasos a seguir para resolver operaciones matemáticas. Pero con la práctica, los circuitos neuronales que intervienen en la manipulación de números se optimizan y los cálculos se hacen más rápidos y menos dependientes de la atención consciente. Las conexiones entre el córtex parietal y el córtex prefrontal (responsable de la planificación) se refuerzan, permitiendo que la resolución de problemas se haga de forma más eficiente y rápida.

Aprendizaje deportivo: en el ámbito deportivo, la automatización de las habilidades motoras es fundamental para su rendimiento. Al aprender a nadar, jugar al fútbol o practicar gimnasia, los movimientos inicialmente son torpes y requieren concentración. Con la repetición, los circuitos neuronales involucrados en la ejecución de los movimientos se vuelven más rápidos y eficientes. El cerebelo, encargado de coordinar los movimientos, se adapta con la práctica, con lo que mejora la precisión de las acciones motoras. Esta automatización permite que los atletas hagan movimientos complejos de forma casi inconsciente

El aprendizaje de un instrumento musical implica también la automatización de las habilidades motoras y cognitivas.

Aprendizaje musical: el aprendizaje de un instrumento musical implica también la automatización de las habilidades motoras y cognitivas. Al principio, el músico debe concentrarse en cada nota y movimiento de los dedos. Con el tiempo, la repetición permite que el cerebro procese las secuencias de notas y movimientos de forma más eficiente. En este proceso, intervienen el cerebelo y la corteza motora, que optimizan la ejecución de los movimientos finos de los dedos, y la corteza auditiva, que mejora la capacidad de interpretar las notas musicales.

La motivación, nuestro principal aliado

Tal y como hemos dicho, el cerebro puede aprender y automatizar habilidades mediante tiempo, esfuerzo y repetición. La motivación es clave para mantener el esfuerzo en el tiempo, y el juego puede ser una potente herramienta para hacer que el aprendizaje sea más entretenido y efectivo.

Así que incorporar el juego en el aprendizaje es un elemento que nos facilita la persistencia en el aprendizaje, sobre todo en aquellas habilidades que requerirán mucha práctica, como es el caso de la lectura.

Dra. Anna López

Neuropsicóloga

Conoce más sobre Anna en su ficha de especialista del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, en dónde trabaja como Jefa de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar.

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