Dr. Rafael Bisquerra | pedagogo
Rafael Bisquerra es presidente de la RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar), catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, doctor en Ciencias de la Educación, licenciado en Pedagogía y Psicología, doctor honoris causa por el CELEI de Santiago de Chile. Desde mediados de los noventa, se dedica a la educación emocional y cuenta con numerosos libros que tienen las emociones como elemento central.
Las pantallas se han convertido en una herramienta indispensable en nuestro día a día. Móviles, redes sociales, videojuegos y otras formas de tecnología digital nos ocupan una parte importante del tiempo, sobre todo de la adolescencia, hasta el punto de que pueden generar dependencia. Esto puede afectar a las personas e interferir en su salud mental, en el rendimiento académico o laboral, y en las relaciones personales. Por ello, la prevención de estas adicciones es un reto fundamental en la sociedad actual y en la educación en particular. Entre los distintos factores protectores que pueden ayudar a reducir la vulnerabilidad a estas dependencias, la autonomía emocional destaca como un elemento esencial.
La educación emocional
La educación emocional es un proceso que tiene como objetivo desarrollar competencias emocionales, entre ellas la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, las habilidades sociales y las habilidades de vida y bienestar.
La educación emocional se ha demostrado que es una estrategia efectiva para prevenir la ansiedad, el estrés, la depresión, el síndrome de agotamiento profesional (burnout), la ideación suicida, el consumo de drogas, la violencia, los comportamientos de riesgo, etc.; y también para mejorar la convivencia y el bienestar. Actualmente, se considera que las competencias emocionales son la mejor propuesta para la promoción de la salud mental.
En lugar de realizar un programa de prevención del consumo de drogas, otro de prevención del acoso escolar (bullying), otro de la adicción a las pantallas, etc., se ha demostrado que es más eficiente la prevención inespecífica (genérica) a través del desarrollo de competencias que pueden aplicarse en múltiples situaciones. La educación emocional es una prevención inespecífica que puede aplicarse en una multitud de situaciones de riesgo. Acontinuación, nos centramos en comentar la autonomía emocional.
La autonomia emocional
Cuando una persona no ha desarrollado una buena autonomía emocional, puede encontrar en las pantallas una manera de compensarlo: me gustas (likes), comentarios e interacciones se convierten en sustitutos de la validación emocional; los videojuegos proporcionan una recompensa inmediata a la frustración y las redes sociales pueden convertirse en una vía para evitar afrontar emociones negativas. En cambio, aquellos que tienen una buena autonomía emocional son capaces de gozar de la tecnología sin que esta les controle la vida.
La autonomía emocional es un equilibrio entre la dependencia emocional y la desvinculación emocional. Se trata de establecer vínculos emocionales autónomos con otras personas, desde la libertad y la responsabilidad; no desde la dependencia. Y no solo con las personas, sino también con los objetos (móviles, redes sociales, videojuegos, pantallas, etc.).
Cómo promover la autonomía emocional para prevenir las adicciones a las pantallas
1. Fomentar la autoestima y la autoaceptación: una autoestima sólida es esencial para la autonomía emocional. Es importante reforzar el valor personal independientemente de los reconocimientos externos, así como evitar la constante comparación con los demás.
3. Desarrollar una buena gestión emocional: es esencial enseñar estrategias para identificar y gestionar emociones como la ansiedad, el estrés o la tristeza sin recurrir a la tecnología. La meditación, la relajación, el mindfulness, la escritura emocional, la práctica del ejercicio físico, el descanso necesario, etc., son herramientas útiles para este objetivo.
4. Fomentar relaciones sociales presenciales y sanas: las pantallas, a menudo, sustituyen al contacto humano real. Promover actividades de socialización fuera del mundo digital ayuda a construir relaciones más profundas y auténticas, reduciendo la necesidad de compensarlo con interacciones virtuales.
Otros factores preventivos frente a las adicciones a las pantallas
2. Actividades alternativas al ocio digital: promover la lectura, el deporte, la música, el voluntariado y otras actividades favorece un equilibrio entre el mundo digital y la vida real.
Promover la lectura, el deporte, la música, el voluntariado, y otras actividades, favorece un equilibrio entre el mundo digital y la vida real.